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Las relaciones giran en torno a los momentos, perdurando y trascendiendo, el tiempo que dicha unión dure, nada dice de la calidad o del amor que se profesa
Elijo tenerte a riesgo de perderte,
dispuesto a vivir el proceso decadente, que surge como algo consecuente,
al proceso obvio, de tenerte y conocerte.
Elijo amarte de manera inconsciente, ignorando de antemano,
las advertencias cotidianas de la razón, defensora inclemente,
de una seguridad vehemente, que nace de la negación propia,
autoimpuesta por una mente limitada, por los juicios procedentes de conceptos,
que nada saben, de amores o sentimientos.
Elijo dejar esta inercia envolvente, fundada en miedos decadentes
que enfrento sin reparos o condiciones, solo por el gusto de conocerte,
en esta experiencia, que surge con la naturalidad de sentimientos,
que poco y nada saben de límites, o temores creados por el ego,
de ese sucio y estructurado intelecto, que riñe inclemente,
con la energía trascendente, que surge en está unión,
plagada de ilusiones; creaciones sinceras,
de aquellos amantes sinceros, que viven los momentos.
Elijo vivir en lo incierto, del segundo contigo,
sin embargo te advierto, La magia de esto se funda,
en la intrascendencia del tiempo, en aprovechar el momento,
desestimando los modelos de relaciones eternas,
viviendo esto, que ya es eterno,
porque se funda en la energía del no tiempo, alrededor de la cual,
gira lo nuestro, surgen los universos,
y se mueven los amantes eternos.