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Lita Pérez Cáceres*
liperka@yahoo.es
Queridos lectores que me siguen, pocos pero seleccionados, les comento que esta semana no escuché nada en la radiofonía paraguaya que merezca ser comentado, tampoco en la caja boba, por lo tanto he decidido contarles una historia verdadera.
CHARLA CON EL TAXISTA
Siempre que puedo viajo en taxi, es decir, siempre que me alcance la plata. Eso me sucedió ayer, miércoles. Primero, para ahorrar tomé un ómnibus de la línea 9 y percibí que el chofer se había enojado por algo, seguramente con su esposa y tenía una cara de rotweiler terrible. Además se desplazaba muy rápido, cosa que me hizo bajar y tomar un taxi en una parada desconocida.
Les cuento que, en alguna vida anterior habré sido cura o sicoanalista o santa ¿Porqué no?, ya que la gente, sea mujer o varón, en cualquier parte que me encuentre, me cuenta su vida. El taxista no fue la excepción. Yo comencé preguntando por el nombre de la emisora que estaba escuchando, porque me pareció escuchar que decía Radio Cámara. El chofer asintió y me explicó que le gustaba mucho esa radio porque pasaba música paraguaya todo el día y muy poco de lo que se decía en la Cámara. Sabia decisión de los directivos porque para eso están las AM que nos "alegran" todo el día con las peleas, declaraciones y epítetos que se cruzan entre sí los honorables miembros de las cámaras legislativas.
Del tema de la música paraguaya pasamos a la vida bohemia de los taxistas que hacen, muchas veces el servicio gratuito para los músicos. El hombre del volante me contó varias anécdotas de sus trabajos como chofer de músicos. Me dijo también que una de sus virtudes era silbar todo tipo de melodías, desde la más sencilla hasta la música clásica. "A mi me gusta toda la música menos el punk, eso no lo aguanto", declaró y le di la razón.
Faltaba poco para llegar a destino cuando me confidenció que su sueño había sido estudiar medicina pero, por cosas del destino y de la situación económica no pudo hacerlo. También agregó que no solo era chofer de taxi, también era peluquero o coiffeur, pero que cuando su esposa se fue a España había tenido que cerrar el salón.
Ya terminaba el viaje y nos despedimos, a mi quedó al satisfacción de haber conocido a un hombre de coraje, muy emprendedor y con su costado artístico y a él, los guaraníes que me cobró.
Hasta el próximo jueves.