Lita Pérez Cáceres

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El que se fue a Sevilla

En estos días de vacaciones muchos conductores de radio las toman, merecidamente. Eso hicieron Humberto Rubín, Fernando Ruiz Díaz y otros. Ellos no consideraron el peligro de que los periodistas que conducen otros programas conquisten a su audiencia y se queden con ella. Se sentirán muy seguros quizás...pero yo, que soy una radioadicta, escucho llamadoras de Fernandinho en otro programa y, muy entusiasmadas por cierto. Esperemos que vuelvan al redil, por el bien de Fernando. Con Humberto y su estilo tan personal de conducir sucede que, aunque su hijo Hugo lo intente, no es igual a su papi, le falta el carisma, el ángel y la capacidad que tiene Humberto de reírse de si mismo. Hugo es solemne y cuando dice Es mi opinión... parece que se apoderara de él la personalidad de un Torquemada, único dueño de la verdad. Aflojá, Hugo, aflojá.

Para los Reyes Magos

Pedimos, en una carta enviada por el Correo Paraguayo, desde la Navidad pasada, que a Mario Ferreiro le traigan una compañerita con sentido del humor. Suponemos que esa cara inexpresiva, de labios apretados y mirada despiadada, responde a un personaje que ella representa. Esperemos que sea así, por el bien del Paraguay, digo de la parte del Paraguay que mira ese noticiero que desea ser ameno. Mario dice un chascarrillo tras otro, pero la compañera no los capta ni por casualidad. O se hace la que no los capta, porque si bien ella funge de seria y detesta los chistes muy verdes de Mario, hay ocasiones en las que el conductor lanza gags que no tienen nada de verdes y ella continúa sin pescar al vuelo la intención del conductor más simpático de la TV paraguaya.

El más culto

Espero que no se ofendan los otros, pero en mi humilde opinión, el conductor radial más culto – en el sentido de su capacidad de lectura y del uso que hace de sus conocimientos- es Enrique Vargas Peña, de la 970. Cuando en el fragor de las noticias del ámbito político la mayoría de los periodistas se quedan en lo coyuntural, Enrique saca de la galera ejemplos de otras acciones acontecidas hace muchísimos años atrás y aplica esa experiencia al caso paraguayo del momento. El martes, sin ir más lejos, se refirió a lo que había hecho la Corte Suprema argentina cuando los gorilas derrocaron a Hipólito Irigoyen. Esto es solo una muestra, pero vale la pena mencionarla.