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Violeta Morínigo*
violacea36@hotmail.com
Por lo visto la televisión era tan aburrida antes que llegaran los programas faranduleros, nunca antes nos habíamos enterado con tanto lujo de detalle de la vida privada de los jugadores de futbol, modelos, periodistas y demás integrantes de la fauna ñembo farandulera criolla.
Supongo que, cuando una persona es pública su vida en cierto modo también lo es mal que le pese y "otras hacen" que sea pública porque les conviene económicamente ya que de alguna manera se mantienen en el ruido mediático de los medios de comunicación y consiguen "trabajo", además como nunca antes el alma de pyragüe que por naturaleza parece tenemos los paraguayos fue tan bien utilizado. Se habla del prójimo, tocando de odio, se perjudica total después no pasa nada.
Pero quizás la expresión más grotesca de la degradación de la profesión de comunicador fue la que observamos y escuchamos este martes durante el programa farandulero de la tarde que emite el canal lambareño. Todo esta bien, pueden, claro que pueden, Celina y Fontirroig jactarse de que el programa que conducen tiene ya dos años al aire que son los más "informados" y todo, pero esta vuelta se pasaron de la raya. Al "ofrecer" a los conductores de un programa que irónicamente se emite por el mismo canal pero los viernes, "mamar" de la generosidad del implante que tiene Celina porque los "otros" son sus hijos, entre otras flores que le tiraron a sus colegas.
Por favor...esa chabacanería no... ¿por qué ocuparse de los demás si uno esta convencido que es el mejor en su rubro? Es cuestión de demostrar con hechos y no con palabras ofensivas lo que cree, porque no solo se ofende al que esta en la vereda de enfrente, de paso, se ofende también a los televidentes. Además muchachos, cuando uno habla de los demás lo que esta haciendo es darle cartel y encima, gratis.
Hasta los conductores argentinos más osados de programas faranduleros escogen sus palabras para hablar de la competencia y de hecho no lo hacen porque saben que es publicidad sin costo para los demás allí cada quien en su corral y se acabo el cuento.
Que wacala! realmente y que pena, por los programas nacionales que están tratando de competir con los enlatados.