Sabemos que la vida de Charlie Sheen estuvo marcada tanto por su glamorosa carrera en Hollywood, como por la problemática privada, desde su nacimiento y quizás antes del mismo.

Su padre (Ramon Estevez) no gozó de la aprobación paterna para lanzarse a la carrera teatral. Al punto que debió adoptar como apellido artístico el del Arzobispo de New York de ese entonces, y de ese modo pasó a denominarse Martin Sheen, borrando cualquier huella parental.

Entre Globo de Oro, nominaciones a los Emmys, y premios SAG, Martin Sheen se convertiría en el padre de cuatro hijos, entre los cuales, algunos también transitan el arte, pero conservando el apellido del abuelo español (Estevez), como el caso de Emilio, Ramon Jr. y Reneé. Pero el protagonista de esta historia, Carlos Estevez, hizo lo mismo que Martin años atrás. Cambió de nombre y apellido, y se dio a conocer al mundo de la farándula como Charlie Sheen (conservando la elección de su progenitor, en honor del arzobispo católico y teólogo Fulton J. Sheen).

Con el paso del tiempo, Charlie se consagró en el mundo artístico, y hoy es el divo máximo de la televisión americana, el mejor pago. Pero en su vida privada, las turbulencias continúan. Su última conquista Brooke Mueller, actual esposa –acuerdo prenupcial mediante- y madre de sus hijos menores, es una mujer que no siendo parte del Star System norteamericano, tiene un buen prontuario digno de cualquier celebrity de Los Angeles. La actual tercera señora Sheen tiene antecedentes policiales tales como: arresto por manejar ebria en 1996 y, luego, en el 2001 por posesión de drogas.

Charlie se consagró en el mundo artístico, y hoy es el divo máximo de la televisión americana, el mejor pago

Podríamos decir que Charlie, con Brooke, no solo engendró mellizos, sino que habría encontrado su alma gemela.

Sin embargo, en la Nochebuena pasada, el protagonista de “Two and half men”, vivió una situación traumática, cuando su mujer le sugirió el divorcio. El Sr. Sheen explotó y la colocó en la cama con una mano sujetándole el cuello y la otra sosteniendo un cuchillo, tratando de ahogarla.

En su texto “Más allá del principio de placer", Sigmund Freud –padre del psicoanálisis- dice que el paciente repite el trauma que no consigue recordar. Freud descubre que lo que no se puede recordar, retorna de otro modo: por la repetición, que consiste en escenificar, en poner en acto lo olvidado.

Cuando Charlie llegó al mundo, un 3 de septiembre de 1965 en Ciudad de Nueva York, lo hizo con la coloración azulada en la piel -Síndrome del bebé azul- y falta de oxígeno, y necesitó atención médica inmediata.

Sigmund Freud –padre del psicoanálisis- dice que el paciente repite el trauma que no consigue recordar

Tal vez es esta escena la que Charlie Sheen reprodujo con Brooke, el 24 de diciembre de 2009, en Aspen, pero esta vez él no terminó en una incubadora de hospital, sino en la celda de una cárcel.