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Somos creado a imagen y semejanza de un modelo superior de consciencia y así como dicho modelo se fragmenta en variables evolutivas, nosotros nos separamos en millares de formas con el fin de experimentar al todo de todo
He soñado por eras, vivido centurias,
caminado sin tregua, a través de los mundos,
que sostienen las experiencias de mi eterna conciencia.
He sido hombre, mujer,
eunuco condenado por la moral y la ley,
padre, madre, sirviente y rey,
intelectual desbordado por el ego,
siervo carente de ingenio, esclavo de ritos,
seguidor de tiranos y dioses creados,
filosofo, poeta y esclavo, asceta iluminado,
criminal, hereje, monje atormentado,
victima y victimario, conservador y progresista,
hedonista, masoquista y hasta fui un artista transformista.
He sido cristiano, musulmán, budista, Judío,
ateo, cabalista y sufista, pero aun no lo encuentro,
quizás he comenzado a conocerlo,
creo que ahora lo siento, de vez en cuando lo entiendo,
y por casualidad, o por consecuencia de mi actuar;
renovación de mis modelos, o forma de mirar,
todo aquello acontece de manera sutil y natural,
desde que me observo libre de las culpas,
y complejos de inferioridad, ante la divinidad,
que por ahora creo encontrar en mi individualidad,
y en todo lo que rodea mi andar.
Ahora muchos preguntaran;
¿Cuándo caracterizaste tanta variedad?
¿En sueños quizás? ¿Locura temporal?
y yo responderé resignado, confundido y algo desesperanzado:
somos mucho más que este cuerpo material y casual,
somos conciencia atemporal, que se divide en millones de formas,
vidas y cuerpos, por y entre la eternidad,
con el fin de encarnar los aspectos de la divinidad:
lo alto y lo bajo; lo malo y lo bueno; el negro y el blanco.
Ante esto… como condenar o juzgar,
un aspecto de la eternidad, sería como quemar y mancillar,
una parte de mi totalidad:
lo que hacemos a los demás, se lo damos a la individualidad;
lo que dejas de hacer por la colectividad,
se lo niegas a tu verdad;
el dolor del fragmento trasciende en el cuerpo;
la alegría del resto, de una u otra forma,
resuena en los hilos del tiempo.
Y aunque parezca locura, algo carente de cordura,
llegara el día en el que seamos conscientes de esta nueva versión,
cantaremos otra canción, nos veremos como uno,
en esta ilusoria separación,
que nos enfrenta con juicios y represión,
partes activas del cuerpo universal,
que ya han sido todo en esta relatividad,
incluso lo que ahora enjuiciamos con nuestra cerrada moral.
Mas dicha soberbia acabara,
conoceremos un poco mas de esta confusa verdad
y diremos con toda seguridad,
en pos del desarrollo de la hermandad:
somos el camino y la verdad, conócete y nos encontraras;
vive y comprenderás, la comunión con las partes y aspectos,
que hoy vemos tan ajenos a nuestra realidad.
La fortaleza surge de la unidad,
ahí radica la realidad ultima y final,
no en esta necesaria existencia en la dualidad,
noción primaria y material, que poseemos de la totalidad:
la vida, causa, divinidad o Dios como lo llaman en la actualidad.