Había una vez...un periodista al que le gustaba mucho leer, no está confirmado, pero parece que encontraba motivo de ilustración en diversidad de escritos. Por lo general, su actividad transitaba, entre la noticia y la investigación. Este personaje, claro, a veces se aburría, y buscando un espacio para dar rienda suelta a sus aficiones literarias, comenzó a volcarlas en una columna de opinión. Estas líneas, a veces escritas apresuradamente, pero siempre con deleite, alcanzaron a competir con sus otros artículos, al punto que la prensa colega los notó, iniciándose las críticas, aportes y debates.

Algunos, de tanto seguirlo y cultos también, repararon en que con mayor o menor frecuencia, este periodista se inspiraba en historias ajenas. No podían pasar por alto, tan valioso descubrimiento, sobre todo, porque les daba oportunidad de exponer su propia erudición. Por supuesto, publicaron sus impresiones y el otro, respondió a la altura. Arrancó un proceso en el que varios, nos lanzamos a buscar fuentes y similitudes, alimentando nuestro ocio con un nuevo pasatiempo, que al final resultó enriquecedor, arrojándonos a las páginas de anécdotas, cuentos y novelas, que tal vez, de otra forma nunca hubiéramos examinado.

El periodista, declaró que aprecia las cualidades de los que lanzaron sus textos a la comparación permanente y los que lo hicieron, dejan claro con su iniciativa que son sus fieles lectores. En un final feliz, se reúnen a brindar por la musa que les provee, con generosidad asuntos a partir de los cuales, otros, nos sentamos diez minutos a escribir pavadas hablando de ellos.

Nota: Cualquier parecido con la realidad NO ES pura coincidencia.

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Foto Luis Bareiro: REVISTA TVO.