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Al principio me costaba, pero ahora le estoy tomando gusto a esto de editorializar en primera persona, sobre todo porque hasta se puede divagar. ¿No fue patética la última entrega de ALGO ANDA MAL? Con esa sábana arrugada que usan de fondo y el invitado cuya función era (todos nos dimos cuenta chicos) tirotear contra Fernando Lugo.
Que quede claro, que lo molesto no fue Galaverna, que como él mismo señaló, levanta el rating. El senador se comportó como siempre: ocurrente, chispeante, gracioso, mordaz, irónico, brutal...sin escapulario, como suele decir. Los otros si, no sólo llevaban la santa prenda, agregaron los rosarios, las cruces y los santos para dar rienda suelta a toda su hipocresía. Santiago González y Guillermo Grance, los que hasta hace poco apoyaban a sus patrones en el apoyo al presidente, ahora, se acuerdan de los hijos no reconocidos, de las equivocaciones políticas y de cualquier otra cosa que sirva para desacreditar a Lugo. Hasta indagaron sobre los supuestos cafichos y amantes del primer mandatario, menos mal que Galaverna se portó como "el gitano legítimo" y "la luz del entendimiento lo hizo ser comedido"*(1) o quien sabe si los chicos, no se llevaban un chasco con alguna cercana a ellos, que teniendo marido, se fue al río...y para peor volvió sin el costurero.
Otra reflexión, la llanura le pegó mal a Galaverna que llamaba periodista a Santiago y hasta se acordó de Celina y Fontirroig en un enlace que compartieron. Ya no son Humberto, Mina, Bareiro, Peralta sus interlocutores, se sumergió hasta igualarse con los plecostumos*(2), para barrer el fondo con ellos. Maravillas de la democracia.
*(1) Y YO QUE ME LA LLEVÉ AL RÍO (Federico García Lorca)
Y yo que me la lleve al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quito el vestido.
Yo, el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
*(2)Plecostomus. por sus hábitos, son frecuentemente adquiridos por los aficionados a la acuarofilia para limpiar de algas y heces las peceras, pobladas por ejemplares decorativos. viven en el fondo.