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Pasan los días, pasa el tiempo y no te das ni cuenta
Pasa un día, semanas y meses y seguimos en la misma situación. El abandono ya es irremediable, las paredes se caen a trozos y la persiana cada vez está más baja.
El libro sigue cerrado, apilado junto a los demas en el escritorio. Justo debajo de la lamparita de noche que realmente encendí un par de veces y ahí sigue con un poco más de polvo pero al menos da luz.
Esa lamparita ha vivido muchas experencias unas más agradables y otras más aciagas pero ahí sigue sin poner pegas.
A veces se siente sola pero aguanta el paso del tiempo como si nada, las agujas del reloj corren pero para ella las tardes son eternas.
La compañía a veces de alguien que pasa a saludar se hace indispensable aunque sea un hola muy buenas y ya se marche.
Ella siempre espera mi regreso y ansía que lleguen épocas de examen para ver más trasiego.
No necesita más que eso pero aunque por poco no se atreve a contar, confiar y hablar. Tampoco es que tenga muchas oportunidades pero las que tiene las desaprovecha.
Seguramente esta lamparita no sirva ya para mucho y haya ya que jubilarla pero al menos da luz. Una tenue luz que se va apagando con el tiempo, con el paso del tiempo que desgasta, cansa y mata pero al menos da luz.