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En Itaugua, la Ciudad del Ñandutí, el pasado 19 de noviembre, se llevó a cabo la presentación del libro El Ocaso del Enamorado, del joven poeta itaugüeño Cristhian Emiliano Encina Cantero, a cargo del Lic. Eduardo González
Durante su exposición, el Lic. Eduardo González (*) esbozó algunos trazos del Renacimiento, en la cual ubica una etapa dentro de la poesía llamada: Preciosismo. Que adquiere esta denominación por ser un movimiento social y cultural de naturaleza barroca que precede al clasicismo francés y hasta cierto punto lo prepara, en la primera mitad del siglo XVII. Al principio, parece haberse aplicado a las personas que seguían de cerca la última moda y empleaban impropiamente la palabra précieux con el sentido del español «bonito, excelente», que no tiene en francés.
Allí, citó a algunos poetas franceses como, Jean-Baptiste Chassignet; Mathurin Régnier; Théophile de Viau; Claude de Malleville; y Vincent Voiture, de quien bosquejó lo siguiente:
Vincent Voiture , nace en la localidad de Amiens en 1.597, y muere en París, un 26 de mayo de 1.648. Vincent Voiture, fue un cortesano muy apreciado en los salones. Hombre mundano para quien la literatura sólo era un pasatiempo, no quiso que sus obras se publicaran en vida. Se lo consideraba muy diestro en géneros poéticos menores como la epístola. Sus escritos son representativos en el período del Preciosismo. Vincent Voiture ha sido la inspiración del joven itaugüeño Cristhian Encina para concebir este libro de poemas titulado: El Ocaso del Enamorado, dedicado a una profesora alemana llamada Christina, la que fuera su musa inspiradora.
Conjuntamente, el autor del libro (Cristhian Encina) y el Lic. Eduardo González ha presentado un proyecto tendiente a demostrar que la lengua guaraní puede perfectamente ser un puente entre la literatura europea y la literatura paraguaya; pues, obras clásicas encumbradas como el Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita; Romeo y Julieta, del insigne dramaturgo inglés William Shakespeare, con elegancia y finura también pueden ser traducidos y adaptados al guaraní. Ambos, exhortaron con vehemencia a las autoridades locales de Cultura y a las instituciones educativas en este sentido, ya que resulta pertinente poner de manifiesto nuestra identidad como pueblo originario, como pueblo enamorado de sus raíces.
Casi al cierre de la presentación sobre el libro de poesía El Ocaso del Enamorado, el Lic. Eduardo González resumió brevemente algunas de las poesías de este modo:
Je vis tous les jours en amant Christine, pág 55 . (Respeta la rima pero con una métrica libre para que el desenvolvimiento sea más placentero. En los dos primeros versos se siente la esencia del preciosismo de la poesía francesa; hay una remembranza del último día de haberla visto. El poeta en su soledad, durante el día llora, pero cuando la noche cae, la tristeza se hace más honda. Los besos que él hubiera querido darle a ella, siguen latiendo en el aire. En un momento, siente que la belleza del mundo se torna sombría, lúgubre; pero la esperanza aún arde en las huellas de su amada. El dolor de su amor se torna placentero, ya que es el único recuerdo evocando el primer poema de este libro).
Canción a las puertas del infierno, pág 47 . (Esta poesía se basa en un cuento de la obra de Hermann Hesse; donde narra, en forma de prosa, las vicisitudes de un poeta sobre una balsa; dicho de otra manera es el monólogo del poeta en la balsa, aunque el desenlace resultó ser fatal, por lo inesperado).
Poesía a la Luna, pág. 13 . Inspirado en varias lecturas de las poesías de César Vallejos y de Pablo Neruda. (La luna ha sido la inspiración de los poetas desde tiempos primigenios; y el poeta acude a esta tradición, pues sabe que la luna aún está repleta de los estros poéticos -inspiración- que alguna vez, los poetas de la antigüedad encontraron en ella. En un momento, el poeta parece escuchar las voces y canciones de la luna, a pesar de que éstas permanecen mudas. Es la evocación de la noche eterna que recibe a la diosa nocturna, el poeta, en su melancolía. Sabe que la luna desclava sus amarguras, sin embargo; no queda descuidada. También, el mar le recuerda la distancia de su amada; cual navíos perdidos en la inmensidad).
A Rosanita Ortellado, pág 33 . Tributo a Félix Fernández. (Quizás en esta poesía se refleje el espíritu itaugüeño, rememorando al mismísimo Emiliano R. Fernández, o a nuestro ilustre vate Félix, cuyo apellido coincide con el primero. El poeta, utiliza la figura de esta damisela como la cuna de la pureza, cual si fuera una tejedora de sueños antaños; pues compara su tersa piel con el jazmín de la aurora. En sus ojos se percibe el encanto de una princesa de la primavera).
A Christina, pág 18. Tributo a Emiliano R. Fernández. (El bardo busca a todas luces exaltar a su bien-amada, describe cada parte de su imagen, en especial, su mejilla que fue lo primero que percibió, aunque esta haya sido una quimera. Incluso, sin mencionar a las ninfas o hadas las sitúa como protagonistas, como las tejedoras de su rostro hilados con manos mágicas).
Súcubo, pág. 76. (En este cuento se refleja una fantasía, quizás erótica que lleva a la locura al personaje. Debo decir que puede resultar un tanto fuerte, quizás rompe el modelo tradicional con que se destinan los cuentos a los lectores. Súcubo habla de una experiencia si bien placentera desde el punto de vista libidinoso, resulta a la vez una pesadilla para el personaje pues, lo toma prisionero del encanto y la lujuria; lo somete a su embrujo y seducción. En este sentido, un cuento no es moral o inmoral; pues, la vida moral del hombre es asunto para los artistas; ya que la moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto. Es una experiencia onírica que revela las trazas más remotas del inconsciente humano; la presencia de la locura todo el tiempo. Se debe en cierta forma a la influencia del Marqués de Sade o tal vez de Oscar Wilde, en el autor).
El gondolero y la Nereida, pág 132 . Dedicada a la mujer paraguaya. (Aunque parezca irónico por el título que encabeza el cuento, está atribuida a la gestora del país en ruinas que un día fue orgullo y envidia de muchos. En un momento, resalta el machismo de parte de los tripulantes de la goleta, hacia la mujer; ya que la presencia femenina en los navíos era considerada de infortunio. El narrador apela a una de las obras cumbres de Homero; y sitúa a la mujer como bienhechora de un aciago viaje que desde el punto metafísico; surge un ser mitológico o tal vez inexistente, que es la causa del hundimiento de la goleta. El navío, en sentido análogo, evoca al Paraguay opulento; y es la mujer quien restituye de nuevo la memoria de un país que ha sido comparado en tiempos antiguos con la misma Francia).
(*) EDUARDO GONZÁLEZ
Licenciado en Lengua y Literatura Francesa.