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La temporada de MotoGP que arranca hoy con el GP de Catar es clave en la carrera de dos pilotos legendarios: Marc Márquez y Valentino Rossi. Seis y siete títulos mundiales en la máxima categoría contemplan, respectivamente, a estos dos mitos del deporte de las dos ruedas cuya relación siempre ha sido complicada, por ser suaves.
Márquez se perderá las dos primeras carreras por su lesión en el húmero y está previsto que regrese en el tercer GP, en Portugal. Y, pese a ello, es el gran favorito. La superioridad mostrada en años anteriores hace que sea así.
Rossi tiene ya 42 años y viene de su peor temporada. Su adaptación a la Yamaha fue nula, y acabó en la decimoquinta posición, algo indigno de su calidad y tremenda carrera. Para este año, lo tiene claro: o es competitivo, o lo dejará, una decisión que tiene previsto tomar en torno al verano.
De que Valentino sea competitivo depende uno de los grandes alicientes, el pique en el asfalto del italiano con Márquez. Su enemistad se remonta a hace varios años, cuando en 2015 una patada de Rossi a la moto del español acabó con este en el suelo y Valen sancionado y sin Mundial.
Sus roces han sido diversos desde entonces, y las declaraciones cruzadas demuestran su rivalidad. Para Márquez, Rossi pasó de ídolo a rival al que batió. El orgullo del italiano no lo consintió. Quizás este sea el último año que se crucen en los circuitos.
Pero ojo, de momento Marc se pierde las dos carreras, lo que unido a que su regreso será progresivo, vuelve a dejar abierta la baraja de posibles favoritos para el título, con Joan Mir a la cabeza de todos. El actual campeón del mundo, pese al título, sigue un tanto a la sombra, pero de su calidad ya nadie puede durar.