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Fredy Amado Vera
fredyvera2010@hotmail.com
Generalmente las noches de los días sábado o los fines de semana son religiosamente como una invitación obligada a salir de casa, a comer afuera, a bailar, ir al cine, a buscar algún tipo de entretenimiento, solo, en grupos de amigos, en pareja o en familia. Pero algunos y muy pocos, tomamos la opción de quedarnos en casa a compartir en familia alguna película alquilada del dvd club, a mirar TV por cable o de última, al no contar con las opciones anteriores, en medio de un día lluvioso y frio nos resignamos a buscar esparcimiento en nuestros canales de aire.
Eligiendo entre la oferta, nos topamos en Canal 13 con "La gran Jugada" conducido por José Ayala, programa de tres emisiones por semana en horario central (20 a 22 hs), y en el otro canal; Telefuturo viste sus noches de sábado con "El Conejo" de Palo Rubín. Ambas propuestas son relativamente parecidas en el intento fallido de de entretener emulando a lo que fue en su tiempo "Video Mach" con el inconfundible estilo de Marcelo Tinelli, uno de los mejores productores, conductores, y entretenedores de televisión de Latinoamérica. Pero... ¿hay algún tipo de parecido o comparación?
Traemos a colación aquel comentario del Señor Rodríguez en el programa de Mili Brítez donde justamente habló de la presencia en pantalla de algunas figuras acuñando dos categorías: la de conductores y la de entretenedores. El alcance de esta división quedó claro cuando el Señor de medios, conductor y entretenedor de radio y TV, Ricardo Rodas Vill, estuvo como invitado en el programa de Ayala. Semejante personalidad sirvió para comaparar dejando en evidencia al "conductor" de aquel programa..., desde el vestuario, la buena dicción, el manejo frente a cámaras, el porte del mismo, el formalismo requerido, el tono de voz(aunque no sea un determinante), todo eso y mucho más por parte del invitado contrastaron brutalmente con la falta de aptitudes de Ayala para colocarlo en la fila de los "conductores", se entendió lo que expresó Rubén Rodríguez en aquella ocasión.
Pero si hablamos de la descripción del mismo como "entretenedor "que tiene como significado captar y mantener la atención", le damos su lugar. José Ayala fue y sigue siendo uno de nuestros mejores cómicos buen imitador. Sus personajes causan gracia a los televidentes, Tulé por ejemplo, y el trabajo de edición imitando al presidente Lugo constituyen algunos de los mejores momentos de la entrega. El panel es más aburrido que lamer botella, su aporte nulo, armar barullos, gritos desaforados, ideas inconclusas, frases inoportunas y hasta ordinarias se entremezclan ante un trabajo de cámaras por momentos irracional buscando acceder a imágenes de partes íntimas de las invitadas faltando al decoro que deben de presentar por el horario de emisión de un programa ¿para la familia?...cuál es el significado de utilizar peluca y ser siempre el mismo, o el de imitar a un jugador de forma desarrapada y no aportar humor en ningún momento, entre otros...
"El Conejo" por su parte es uno de los programas mejor vendidos, pero fuera de todos los bloques comerciales ¿qué nos queda para el entretenimiento? mujeres bonitas en volumen y danza son agradables a nuestros ojos, pero en su ínterin el conductor del programa nos ofrece variedad de muecas en su rostro, los pelos de su nariz, lo explayado de su boca, las arrugas en su perfil, los ecos de sus gritos argeles como perdiendo la noción del tiempo en TV, tratando de ocupar espacio o tal vez creando su propio estilo chabacano hablando por ejemplo y de forma repetida de su ñoquis en el frio como describió el sábado 17. ¿A quién le interesa lo que le pase a su miembro sexual cuando hace frio y si se encoge o no...? Nos merecemos un mejor trato de parte de esta gente, al otro lado de las pantallas, los estamos mirando, no nos acerquen a nuestra cara la imagen de un c..., de los pelos de una nariz o de unas encías. Existen gracias a los televidentes, incluir buen gusto sería un detalle.
El panel es mejor que el de "La Gran Jugada". Los bloopers y cámaras ocultas son buenas, estos muchachos tratan de marcar presencia sumando y el conductor les regula las irrupciones evitando los tumultos que caracterizan al otro.
Ambos programas ofrecen espacio para la creación de nuevos "valores entretenedores en los medios", exhiben diversidad, y hacen pasar el rato con mala o buena materia, lo bizarro (bizarre que significa "extraño", "extravagante" "anormal", "atípico") tiene seguidores también.
Pero nos merecemos mejores productos, más elaborados empezando con la conducción en su sentido amplio, nos queda claro que ser un conductor de televisión es una tarea que require preparación. Cualquier actitud, cualquier mal empleo del lenguaje y hasta cualquier mala cara quedarán registradas en la memoria de la gente.