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Revoluciones externas, movimientos sociales, que en la natural ignorancia de sus protagonistas, promueven luchas que establecen una obligada igualdad externa, es estéril sin la revolución interna; madre y reflejo de las sociedades que aspiran al fin del sufrimiento y confusión de la mente
Libertad de opinar, elegir, pensar,
en el exterior de nuestra realidad virtual y material,
y en tal afán, escupimos contra los sistemas de un mundo,
que no es más que el reflejo, de nuestro contradictorio pensar,
hablamos de revoluciones sociales, políticas, culturales,
con la ingenua creencia que dicho movimiento externo,
cambiara aquello que es reflejo de estados internos,
constructores de sociedades y universos.
Ahora, luego de nuestras idealizadas revoluciones externas,
nos muestran las mismas carencias;
que nos aquejaban antes del derrumbe del antiguo sistema.
La frustración nos invade, nos refugiamos en sectas,
religiones, pasatiempos, política,
instituciones que prometen panaceas,
a cambio de sumisiones, atenciones o lealtades escuetas,
cadenas que restringen lo que alguna vez defendiste,
en tus revoluciones de propagandas sangrientas .
Ante esta nueva opresión, de tu sagrada esencia,
vuelves a levantar revoluciones de igualad externa,
con el fin de acabar con aquello que creamos,
en medio de las frustraciones,
antiguas sediciones que fracasaron,
de la misma forma que lo harán,
las siguientes revueltas, de las sociedades fragmentadas,
que se hunden una y otra vez, en medio de la comparación,
y la búsqueda de la seguridad externa,
que solo trae destrucción y decadencia.
Por eso es menester el conocimiento interno,
el cual nos dará la libertad eterna,
esa que trasciende a los cambios externos,
y perdura en el tiempo después de los tiempos,
revoluciones internas que por añadidura,
cambiaran el escenario colectivo,
de una humanidad inconsciente,
que aspira a controlar la envoltura,
sin siquiera conocer el contenido que la gobierna.
Revoluciones internas, libertad de la esencia,
que gobierna densidad y materia,
trayendo el orden interno, que por añadidura,
construirá el ansiado orden de las sociedades,
de la mente y el tiempo.