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Somos las aguas que fluyen por los ríos de la experiencia que algún día convergerán en el océano de vida eterna
Rios de conciencia que fluyen en el tiempo,
densidad de estos cuerpos, compacta y pétrea,
que envuelve la luz de nuestra esencia.
Somos conciencia, almas, individualidades,
fragmentos del universo de universos,
al cual, en un heroico esfuerzo,
etiquetamos bajo el concepto de Dios,
creador, padre de todo, juez celeste limitado;
por la razón de la mente, de criaturas imberbes,
que aun están muy lejos de entender,
la identidad de ese todo, que vive en los adentros,
del microcosmos de los fragmentos.
Y aunque aun existan muchos,
que en su escueta cosmogonía,
sigan amarrados a doctrinas, según ellos absolutas,
han habido adelantados, que dejaron legados acondicionados,
para la mente emergente, que desconocen la unidad de las partes,
de ese rio de conciencia, que fluye ascendente.
Algunos insinuaron en parábolas,
fabulas, sermones o alegorías,
la comunión entre los fragmentos,
la unidad entre el hijo y el padre,
que las partes y la fuente eran uno y la misma,
que el juicio se contradice con el libre albedrio,
y que la muerte es el espejismo, en el mundo de los sentidos,
mas sus mensajes fueron mal entendidos,
tergiversados o ignorados, sus nombres adorados,
como dioses, iluminados o salvadores,
de este Escorial encarnado y condenado,
a la contradicción de un lugar rodeado,
por fuegos y castigos, cuyo anfitrión,
es el más famosos de los caídos.
Fluye rio de conciencia,
en ese caudal que por ahora es cautivo de los sentidos,
mas se libera en la medida, que estas aguas de consciencia,
se acercan al océano de vida eterna,
con el cual se fusionaran en la experiencia.
Volveremos a la fuente, seremos “Uno” nuevamente,
aguas divergentes, entremezcladas por la comprensión trascendente,
de aquello que por ahora, se nos escapa a la razón,
entregada por los cinco sentidos .