Huyo de ti por que ignoro todo de mi,

me alejo de tu ensordecedora presencia,  

por no querer enfrentar mi verdadera esencia,

invento fantasmas, temores, tristezas,

entorno a personas,  

que hace mucho pasaron a otra existencia,

me desgasto en rodearme de amigos, personas,

viajeros fugaces, que al igual que no saben lo que hacen.

Me alejo por miedo, al descuadre evidente,

entre el ruido de mi mente,  

y el silencio de tu presencia sugerente,

que de vez en cuando me alienta a conocer un poco más,

de esa nada destinada, a gobernar,

sobre esta contradicción envolvente.

Mas cuando nos hallamos frente a frente,  

me acuerdo de los difuntos,

de aquellos que trascendieron antes que yo,

la ilusión de la muerte, tristezas de un pasado,

que atormenta mi presente.

Por eso es menester acallar mi mente,  

deshacerme de la acumulación,

de aquellos preceptos indelebles,

y comulgar contigo… 

soledad menospreciada,  

ya que al concerté me conozco,

en la comprensión del silencio, que yace en la fuente,

emancipador de apegos y dependencias,  

que nos esclavizan y someten,  

a las aves de paso,

que al igual que yo, anhelan conocerse,  

en los silencios internos, que solo tu ofreces; 

oh soledad envolvente.

Sin duda luego de la tribulación de no tenerte,

he aprendido a concerté,  

escucharte y aunque lo dudes,

me he vuelto un adicto al abrazo sincero,

de la nada que te sostiene,

pues al tenerte, acallo mi mente,  

y al fin me reconozco,

como un individuo autosuficiente,  

que se libera de la ilusión,  

mediante la obviedad de conocerse.